La organización del viaje corrió a cargo de una agencia especializada, Terres Llunyanes (Tierras lejanas), es una agencia que se dedica a viajes ligeramente diferentes.
Nuestra opción siempre intenta ser la que mayor libertad a la hora de moverse por el destino nos permita. La opción que elegimos es la de contratar el vuelo, los hoteles y el transporte. Esto puede variar en función de la infraestructura turística del país que hayamos elegido.
En este caso, nuestro destino fue Islandia. Pese a ser un país europeo, las infraestructuras hoteleras, salvo en las ciudades más importantes podían jugarnos una mala pasada. Hay que tener presente que en total viven en la isla alrededor de 320.000 personas, por lo que las dimensiones de todos los servicios están ajustadas a ciertas dimensiones.
Dado que viajamos con nuestra hija de 9 años tampoco era como para arriesgarnos a quedarnos a la intemperie, razón por la que optamos por cerrar de entrada también el alojamiento.
Islandia es un destino relativamente sencillo, cuenta con una carretera principal, la 1, que es circular y que rodea (obviamente) a toda la isla, por lo que perderse es francamente complicado.
La visita a la isla, por lo tanto, tiene dos opciones, en sentido de las agujas del reloj o en contra.
La mejor temporada para visitar la isla es en verano, desde junio hasta agosto, muchas horas de sol y el clima no demasiado extremo. Los locales se jactan de que cada 5 minutos puede cambiar la meteorología, permitiendo que en un solo día llueva, haga sol, sople un viento huracanado o la más intensa de las nieblas no te permita avanzar por la carretera.
Como se puede esperar, la isla es volcánica por lo que el paisaje está dominado por una naturaleza espectacular por su primitiva y salvaje belleza. Aparte de los paisajes, la vida animal abunda, sobre todo las aves, aunque para ello se deba viajar antes de la primera quincena de agosto puesto que a esas alturas ya han empezado la migración anual.
Nosotros visitamos la isla a mediados de agosto, durante los primeros días nos encontramos con un clima muy lluvioso, lo que impidió realizar las visitas con comodidad, sorprendentemente a medida que subimos hacia el norte de la isla nos encontramos mucho mejor tiempo, abundando los días claros y soleados. Otra cosa fueron las noches, mi idea era intentar fotografiar el cielo estrellado o incluso captar alguna aurora boreal, pero los nublados nocturnos y las escasas horas de oscuridad me impidieron alcanzar ese objetivo.
Partimos de España en vuelo regular con la compañía de low cost que une Islandia con España, Icelandair. El vuelo dura unas cuatro horas y el principal inconveniente es la hora de la partida, alrededor de la una de la madrugada, lo que, después del ajuste horario (2 hora menos) supone llegar a destino a las tres de la madrugada.
El aeropuerto internacional está en Keflavik, cerca de la antigua base norteamericana, hoy ya abandonada. La llegada no tuvo mayor trascendencia puesto que Islandia tiene firmado el acuerdo de Schenguen y no hay ningún trámite que efectuar para los turistas europeos.
Recogimos el coche de alquiler, un Toyota Auris, de la misma terminal y nos dirigimos a nuestro primer destino para pasar lo que quedaba de noche y descansar unas horas antes de emprender viaje. El hotel de Icelandair en Keflavic fue nuestra primera parada, un hotel digno, de estilo nórdico amueblado por Ikea. Cumplió su función, descansamos unas horas, desayunamos y partimos para nuestro primer destino en ruta.
Las carreteras, pese a ser de un solo carril son aceptablemente buenas, no hay demasiado tráfico y están correctamente señalizadas.
Día 1.
Nuestra siguiente parada era Selfoss, esta ciudad está cerca del denominado "círculo dorado" que une las principales atracciones turísticas, todas ellas muy cercanas a la capital, Reykjavik. Para llegar a Selfoss fuimos por la carretera 427 que transcurre por la costa y que además pasa por otro de los principales centros turísticos nacionales el "Blue Lagoon", piscina natural que los islandeses han acondicionado adecuadamente para que el baño a 37º C en sus aguas mientras la temperatura exterior sea de tan sólo 10º C sea una experiencia gratificante. Hay que decir que es una experiencia algo cara, alrededor de 35€ por persona, contando la toalla y el albornoz.
Respecto a la moneda, decir que la corona islandesa no se puede encontrar fuera de Islandia, por lo que hay que viajar con euros y cambiar en el destino, es cierto, no obstante, que la moneda común es la tarjeta de crédito con la que se puede pagar absolutamente todo.
La costa entre Grindavik y Eyrarbakki supuso nuestro primer contacto con la naturaleza salvaje de esta isla volcánica, campos de lava colonizados por líquenes y monumentales farallones rocosos que terminaban en el mar eran sólo un aperitivo de lo que habríamos de descubrir días más tarde.
Día 2.
Desde Selfoss como base de operaciones visitamos el círculo dorado, que consiste en un campo de géiseres, de hecho aquí se encuentra Geysir, el que da nombre a todos los demás, desgraciadamente unos turistas hace unos años decidieron tirar unas piedras al surtidor, consiguiendo taponarlo parcialmente y ahora, además de haber perdido gran parte de la potencia inicial es bastante errático en sus emisiones. Por suerte, en el mismo campo y casi al pie de la carretera y de un centro comercial muy bien surtido de los productos típicos artesanos, hay otro géiser que cada 4 minutos nos deleita con sus emisiones. Desde aquí se puede ir a la otra parada del circuito, una impresionante catarata, la Gullfoss, como os podréis percatar "foss" en islandés va a significar catarata.
El acceso es sencillo, desde un centro comercial turístico al lado mismo de la carretera; tanto el del campo de géiseres como éste cuentan con restaurante y servicios.
Se puede llegar al pie mismo de las cataratas, siendo un espectáculo realmente impresionante.
Después de dejar Gullfoss nos dirigimos al tercer lugar, aunque no menos importante, del "circulo dorado", se trata de Thingvellir y es realmente impresionante. Islandia está cortada en dos literalmente, es donde la placa norteamericana y la europea se separan progresivamente, alejando los dos continentes. En Thingvellir la falla está a flor de piel y se puede observar como se produce la deriva continental, al rededor de 5mm anuales. Además el lugar es un centro histórico islandés muy importante, al ser una especie de santuario cívico y político. En Thingvellir, también existe un centro de estudio de la fauna y flora de la zona en lo alto del recorrido y desde el que se ve una bonita panorámica de la zona, cuenta con servicios aunque éstos cierran a las 17 horas.La excursión nos lleva de vuelta a Selfoss, el recorrido total se puede realizar perfectamente en un día sin demasiados agobios.
Día 3
El siguiente gran punto de interés es el glaciar Vatnajökull, pero antes vamos a atravesar la costa sur de la isla, con maravillosos paisajes que combinan el verde de montañas que se incrustan dentro del gris del océano. Los frailecillos revolotean por toda la costa durante el verano, su época de cría. Para verlos no hay que ir excesivamente entrado el verano, a partir de la segunda quincena prácticamente todos han emigrado hacia el sur.
Esta zona, como toda la isla está surcada de inmensos campos de lava que dan una idea muy precisa de los poderosos movimientos tectónicos que hay en su interior.
Al lado mismo de la carretera podemos visitar unas cascadas impresionantes, la Seljalandsfoss y la Skógafoss, muy cercanas una de la otra.
Estas cascadas parten de otro glaciar más pequeño, el Myrdalsjökull. Este glaciar se hizo famoso por contener bajos sus hielos el volcán Eyjafjallajökull, que en el 2010 paralizó la navegación aérea en Europa durante varias semanas.
Los efectos más evidentes de estas erupciones son, que al encontrarse enterrados bajos el hielo y la nieve, su erupción, además de las consabidas cenizas, provoca inundaciones en sus laderas hasta el mar.
Día 4
La parte sur este de la isla está presidida por un impresionante glaciar, el Vatnajökull, en la actualidad es un parque nacional, su extensión es de unos 8.100 Km2, aunque está en retroceso debido al calentamiento global, en 1980 tenía unos 8.300 km2 y en 1958, 8.538 km2. No obstante es el mayor glaciar de Europa en volumen. Impresionante.
La visita al glaciar puede hacerse desde diferentes medios, hay excursiones que te conducen a través del glaciar con crampones o en moto de nieve, en función de la temporada. En su caída al océano, forma espectaculares lenguas de hielo, formando lagos desde dónde parten icebergs. En sus playas de arena negras podemos encontrarnos multitud de estos varados, formando alucinantes combinaciones de azules intensos, blancos y negros.
Uno de estos lagos de deshielo, el Jökulsárlón, es navegable con unos vehículos anfibios, tras cruzar el puente que cruza la conexión del lago con el mar, nos encontramos con una pista que tras recorrer un centenar de metros nos deja en una zona con cafetería y desde dónde parte regularmente las visitas al lago. Si hay buena visibilidad se puede ver la morrena central depositando los icebergs en el lago. La navegación se realiza entre trozos de hielo azules y blancos con vetas negras de las cenizas de las erupciones.
Este lago es conocido también por haber servido de set para una de las películas de James Bond, para lograr que pareciera completamente helado, tuvieron que construir una presa para impedir que el hielo saliese de forma natural al mar.
Día 5
Desde Kirk nos dirigimos a Höfn. Las vistas de la costa continúan siendo espectaculares, con las montañas rindiendo sus laderas al mar, parecen, vistas en la distancia, colosos vigilantes que desafían al viento y a la intemperie.
Höfn es una importante ciudad portuaria dónde se degusta la especialidad local, las gambas, que se cocinan de diversas formas, todas ellas suculentas. No es fácil abstraerse del aroma que impregna a la ciudad a la hora de la comida o la cena. También es típico alquilar un caballo y dar un paseo por las laderas del glaciar o tomar un baño relajante en la piscina pública de aguas termales.
Día 6
Continuamos por la carretera 1 hasta Egilsstadir, si se quiere disfrutar del paisaje interior hay una carretera de segunda clase, es decir, sin asfaltar, aunque pueden circular todo tipo de vehículos. Hay que recordar que hay carreteras por las que sólo se puede transitar con vehículos 4x4, están convenientemente señaladas. Hay que recordarlo por cuanto cualquier percance en estas carreteras queda fuera de la cobertura del seguro.
Esta carretera secundaria evita uno de los fiordos, es la 939 y vuelve a confluir en la 1, una vez ésta se dirige hacia el interior.
Egilsstadir es una ciudad al lado de uno de los principales lagos de Islandia, el Lagarfjlót, antes había un barco de turismo que lo circundaba, aunque en la actualidad no estaba en funcionamiento. El área del lago pasa por ser uno de las principales áreas de reforestación islandesa. La isla quedó casi completamente deforestada con la introducción de la cabaña ovina y ahora se pretende recuperar parte de los árboles autóctonos de la isla.
Día 7
Partimos de Egilsstadir con dirección a Husavik y hacia Myvatn. Por el camino nos encontraremos con uno de los espectáculos naturales más salvajes de Islandia, la catarata Dettifoss, aquí las aguas de deshielo del glaciar Vajnajokull se caen literalmente por una estrecha garganta excavada entre los restos de cientos de afloramientos volcánicos, es la catarata más caudalosa de Europa. Para llegar, eso sí, otra experiencia con la carretera, abandonamos la 1 para llegar a la catarata, en concreto tomamos la 864, hay un importante trecho que se hace más largo al tener que circular por una estrecha carretera de grava. Es cansado con un coche convencional pero se puede hacer sin excesivos problemas. Parajes completamente desolados en medio de un desierto volcánico.
Continuamos hasta encontrar la 85 y nos dirigimos hacia Húsavik. Esta ciudad es un puerto desde el que salen los principales tours para avistar ballenas.
El amplio fiordo es utilizado por una vasta cantidad de cetáceos para pasar el verano. Desde el puerto se puede alquilar el tour, hay varias empresas especializadas, se puede hacer en un barco pesquero especialmente adaptado, escora mucho pero es útil para perseguir a las ballenas, también se puede realizar el paseo con una motora, la sensación es mucho más cercana aunque también hay que tener presente que el agua del océano es gélida.
La experiencia es muy satisfactoria.
Muy cerca de Húsavik se encuentra una zona volcánica activa muy interesante, y para visitarla nos dirigimos a Myvatn, dónde pasamos la noche.
Día 8
Ésta es una zona pantanosa, con un gran lago, el Myvatn, en la que encontramos unas formaciones volcánicas denominadas "falsos cráteres", debido a las erupciones volcánicas y a que los deshechos volcánicos caían sobre el pantano, se formaban una especie de "ollas a presión" en el suelo del mismo, al hervir el agua hacían explosión formando cráteres volcánicos, aunque no eran debidos al magma. La zona es un hervidero de mosquitos, antes se pretendían erradicarlos, pero en la actualidad la actitud es la de preservación pues son fuente de alimento de otros animales y su pérdida significaría un desequilibrio ecológico.
En los alrededores del lago encontramos la zona de Krafla, que es activa desde el punto de vista vulcanológico. Hay una zona de laderas sulfúricas en Námaskard, hay cráteres en Skútustadir, estaciones geotérmicas y una piscina natural parecida al Blue Lagoon, con aguas termales. También hay un enorme estanque del mismo color al lado de una antigua factoría, pero en este caso las aguas son tóxicas, aunque, eso sí, de un atractivo color azul turquesa.
Desde la zona volcánica de Krafla nos dirigimos a la segunda ciudad en importancia en Islandia, la denominada capital del norte, Akureyri.
Esta ciudad está situada al final del fiordo Eyjafjördur y desde aquí también se pueden realizar expediciones de avistamiento de ballenas, hay centros especializados a lo largo de toda la costa del fiordo. Desde aquí también parte un ferry y un vuelo a la isla de Grímsey, en realidad el único territorio islandés en el Círculo Polar Ártico. La visita es interesante desde el punto de vista ornitológico, puesto que es un punto muy importante de parada y nidificación de aves marinas, además te sellan un documento conforme has cruzado el Círculo.
Hay que tener cuidado de programar la visita a Akureyri si se quiere visitar Grímsey ya que el ferry local sólo funciona lunes, miércoles y viernes, sale a las 9 de la mañana, llega a la isla a las 12 y regresa a las 16 horas. (Confirmar horarios), los vuelos en avioneta en verano son diarios.
Día 9
De nuevo en la 1 nos dirigimos al oeste hacia Reykjavik de vuelta por el otro lado de la isla, antes de llegar a la capital teníamos que visitar la península mágica de Snaefellness.
Antes, visitamos la península de Vatsness, interesante por cuanto hay colonias de focas en el extremo norte, así como paisajes de extrema belleza. Es una carretera circular, en su mayor parte de grava. A estas alturas incluso se hacia divertido circular en estas condiciones.
Hicimos noche en un motel en un cruce de carteras, en esta zona de la isla no hay excesiva cobertura turística. Cenamos en la gasolinera dado que en el hotel la cena no se servía más tarde de las 19 horas.
Día 10
La península del Snafellness es especialmente interesante, en ella se encuentra el Snaefells, celebre volcán por el que Julio Verne entraba al Centro de la Tierra, el volcán tiene un glaciar, cada vez más exiguo y toda la zona es un hervidero de antiguos volcanes y campos de lava petrificado. A pesar de estar a pocas horas de la capital el ambiente es salvaje. Las caras escondidas en las rocas nos evocan al "pueblo escondido" y tras cada curva vemos aparecer nuevos trölls que esperan su despertar dormidos en la lava.
Tras rodear completamente la península, hay visitas a todo lo largo de ella, desde playas vírgenes hasta paseos con moto de nieve por el glaciar desde Arnastapi, lugar desde donde también sale la expedición de Verne. Las vistas a los acantilados basálticos desde esta ciudad y un paseo a lo largo de la costa son lugares que uno no debe perderse en la visita.
El destino del día era la ciudad de Borgarnes, ya casi al lado de la capital. El trayecto estuvo acompañado de las vistas del Snaefells bañado por la luz del atardecer. Este volcán en días claros es claramente visible desde kilómetros de distancia, incluso desde Reykjavik.
Día 11.
Llegamos a la capital, Reykjavik, que es una ciudad relativamente pequeña para los estándares europeos de capital, tiene alrededor de 120.000 habitantes, aproximadamente la mitad de la población de Islandia.
Es una ciudad con bastante ambiente muy concentrado alrededor del eje comercial, que une el centro el puerto y la catedral. Tiendas y restaurantes nos devuelven lentamente al ajetreo ciudadano después de haber retrocedido durante algunos días a los tiempos en los que la Tierra se estaba creando.